Inauguración: 20 de Marzo 2025- 19h00
Existe un puente en donde lo humano y lo animal se encuentran, ese instante en el que las palabras se dejan de lado y el cuerpo toma la voz. Animal no verbal nos motiva a transitar ese umbral, a recordar lo que fuimos antes de aprender un lenguaje, a escuchar la vibración del instinto, a sentir con la piel antes que con la razón. La vorágine del mundo actual se ha convertido en un estímulo constante que nos separa día a día de nuestra naturaleza y fibras más profundas. Nos dijeron que éramos diferentes a los otros animales, que el “habla” nos hacía superiores, que la materia era solo un soporte. Mas, ¿qué pasaría si todo ello fuera tan solo una historia?
En esta muestra, la artista propone deshacernos de esas fronteras paradigmáticas para dejarnos llevar por la experiencia sensible. Aquí, el cuerpo no es un objeto; es el nexo entre lo micro y lo macro, entre la carne y el cosmos, entre lo íntimo y lo infinito. Un conjunto de obras sutilísimo y armónico, que se ubica entre los límites de lo tangible y no tangible, haciendo de los dilemas filosóficos como pie de base para cuestionarnos sobre nuestra propia existencia y razón de ser.
En Rizomas de especies, retrato-esculturas nacen de la alquimia entre lo cercano y lo afectivo. Las obras —en formato micro—, creadas minuciosamente con materia orgánica de su entorno cercano, conforman contornos inciertos de delicada presencia, con restos de vida provenientes de su familia humana y no humana. La memoria y el parentesco, a través de tejidos con minerales cristalinos de uso doméstico, se entrelazan sin jerarquías, insinuando una relación más profunda que la de las categorías mandatorias a priori. Son retratos, pero no en el sentido tradicional; aquí, los cuerpos son amalgamas de especies, testigos de un linaje compartido en cotidianidad.
En sincronía, Órgano joya basa su creación en la lengua humana y animal, empleando cristales de bórax y ADP para transformar el habla en algo palpable. La lengua, ese órgano fascinante que permite articular el sonido, se transforma en un objeto precioso, un tesoro que resguarda la memoria de lo que decimos y de lo que callamos. Un símbolo de comunicación, sí, pero también un vestigio de lo animal en nosotros, ese recordatorio de que el habla es solo una de las muchas formas de conexión.
Para Sueña con ser piel, la artista transforma los tejidos en un umbral difuso, donde lo vivo y lo fabricado se entrelazan. El bordado de hilo de plata, suspendido en un respiro de luz, palpita al roce de quien se acerca titilando con cada caricia o ligero toque. En un tiempo donde este gran órgano ha sido reducido a materia de consumo, la obra nos confronta con una pregunta inquietante: ¿qué sucede cuando lo vivo se vuelve objeto? ¿Cuánto de lo humano se diluye en esa transformación?
Paralelamente, Animal no verbal presenta “el cuerpo como ritual”, no se presenta como una instalación que se mira desde lejos. Se debe entrar, hay que habitarla. Como en los rituales performáticos, la obra solo existe –es–, cuando alguien la activa. El espectador es parte del tránsito, de la vida de la obra; desencadenando que todo cobre sentido con su presencia. Aquí, el cuerpo recuerda cómo tocar, cómo sentir, cómo estar presente sin necesidad de traducir la experiencia en palabras.
En un entorno que muchas veces nos fragmenta y desconecta de nuestra propia esencia, esta muestra surge como un acto de resistencia a través de lo sensible. Una invitación para volver al cuerpo, a lo instintivo, a lo que no se explica pero se siente. Un ligero susurro que hace eco de lo que habita el cuerpo y la mente en un organismo que se asienta en la sutil frontera que transita entre lo animal y lo humano.
Texto curatorial por María Gabriela Vázquez